Cuando todo el ajedrez quepa en la memoria de las computadoras —es decir, dentro de muy poco tiempo—, dejará de tener sentido que jueguen entre ellas y confronten sus planes respectivos porque conocerán de antemano el desarrollo y el resultado de cualquier partida.
Por el contrario, el ajedrez emocionará y divertirá a sus practicantes durante mucho tiempo todavía —tal vez por siempre— porque, afortunadamente, la memoria humana es limitada e inexacta y nadie recuerda la teoría por completo.
Otra prueba más quizá de la inescrutable sabiduría de la Naturaleza, que ha dotado a nuestra especie con el don terapéutico y reconfortante del olvido.
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