miércoles, enero 26, 2022

Novela de ajedrez, Stefan Zweig (1943)

 


En Novela de ajedrez, Stefan Zweig (1943) enfrenta dos caracteres y dos formas extremas de concebir el ajedrez. Por una parte, el genial campeón mundial yugoslavo Mirko Czentovic, verdadero genio unilateral en la práctica del juego, casi analfabeto, arrogante, materialista e insensible, carente por completo de imaginación y fantasía. Frente a él, se yergue la figura del hombre espiritual y culto, el ajedrecista filósofo, artista o matemático, representado por el vienés Dr. B., tímido, educado e hipersensible, represaliado cruelmente por el nacionalsocialismo hitleriano.

Aunque la obra desprende cierto aroma a clasismo (Czentovic, aldeano analfabeto versus el Dr. B., abogado instruido y relacionado con la alta burguesía), lo que aquí se opone a todas luces es el ajedrez entendido como fuerza bruta, mecánica y material frente a otro tipo de ajedrez filosófico, abstracto, intelectual y artístico, que el narrador considera superior pero donde el artista apasionado corre el peligro inminente de caer en la manía, la obsesión o la locura.

Sin embargo, la narración denota la existencia de una tercera vía más amable en la práctica del ajedrez, que consistía, tal y como el propio narrador la ejercita y consigna al principio de la novela, en «jugar» en lugar de «seriar» al ajedrez. En efecto, los dos protagonistas de la novela, Czentovic y el Dr. B, «serian» pero no «juegan» al ajedrez, que era justamente lo que al narrador testigo le producía un placentero y relajante descanso intelectual. 

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