martes, mayo 22, 2012

Hoy ha fallecido en Sevilla Rafael Esteban Cid Pérez


          Su etapa como directivo de ajedrez comenzó en 1981 cuando pasó de promocionar el ajedrez en un club a presidir la Federación Sevillana. Logró conseguir en los años siguientes ayudas públicas que supusieron entonces una campaña provincial de promoción, la primera simultánea de Karpov en Sevilla, un intento de relanzar la Casa del Ajedrez de Sevilla, el renacimiento del Abierto de Sevilla en 1984 y un crecimiento de las licencias sevillanas.
          Por esas raras casualidades de la vida el día antes de su fallecimiento se celebró una reunión en Sevilla en la que se recordaron a los distintos presidentes de Sevillana y dónde se mencionaron todas las cosas que he escrito en el párrafo anterior.
          En 1985 la Junta coordinó la creación de las Federaciones Andaluzas y él fue elegido primer Presidente de la Federación Andaluza de Ajedrez. Su gran logro fue, lógicamente, saber tocar las teclas políticas adecuadas para que Sevilla organizase el match entre Kasparov y Karpov en 1987. Toda una fiesta del ajedrez en Sevilla y España, llena de actividades paralelas al match.
Federativamente no estábamos en la misma sintonía. Yo había estado en las directivas de la Sevillana anteriores a él y no estaba de acuerdo con aspectos de su gestión en la Sevillana y Andaluza. Por eso en 1988 presenté mi candidatura a presidir la FADA. Fue una historia muy larga en la que ambos conseguimos más o menos la mitad del total de los votos. Las provincias más alejadas de Sevilla creían menos en su gestión que las más cercanas. Sin embargo él logró continuar como Presidente de Gestora y realmente fueron los problemas con las justificaciones de las subvenciones de la Junta, en algún caso no por culpa directa suya, y otros aspectos democráticos los que terminaron minando su gestión hacia el año 94.
          Recuerdo un comentario que hice en una asamblea de la FEDA. Acababa de criticar allí a Rafael por alguna cuestión federativa que no recuerdo pero me sentí en la obligación de añadir que ello no quitaba que le considerase una persona enamorada del ajedrez.
          Puede no entenderse viniendo de mí, pero es que era así. Le gustaba estudiar aperturas que tuviesen gambitos para sorprender a sus rivales, le gustaba organizar cosas especiales de ajedrez, como cuando trajo a Tahl y a Bronstein a Sevilla en años posteriores al Mundial, y era un gran estudioso de la historia. Dedicó muchas horas a investigar y escribir una minuciosa historia del ajedrez sevillano y me gustaría comprometer a su hijo Rafael a rematar y publicar esa gran labor de su padre. Algunas cosas me enseñó alguna vez, en medio de nuestros líos federativos, y les aseguro que es un extraordinario trabajo.
Mis sentidas condolencias a toda su familia y descanse en paz.
Ricardo Montecatine


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