viernes, junio 19, 2020

Robótica emocional



Robótica emocional

Durante los últimos siglos de nuestra historia, el género humano ha visto como se le despojaba paulatinamente de aquellas características que había considerado especiales y únicas en su especie. Hubo un tiempo en que la Tierra era el centro del Universo, pero Galileo nos arrebató la idea del antropocentrismo. Al menos, seguíamos siendo muy distintos a los animales, pero Charles Darwin se encargó de situarnos en el plano que nos correspondía… Bueno, al menos los hombres tenemos emociones. Cuando el campeón del mundo Garry Kásparov perdió una partida de ajedrez en 1977 con el ordenador Deep Blue, sintió que toda una vida intelectual se había derrumbado ante las máquinas. Sin embargo, Kásparov decía que había algo que Deep Blue jamás podría conseguir:
-Bueno –dijo el ajedrecista-. Pero esta máquina no ha disfrutado ganándome.
Kásparov seguía siendo especial: tenía emociones. La máquina no. Y tenía razón: la máquina no tenía emociones en absoluto. Pero los investigadores advierten que probablemente los robots si tendrán emociones en el futuro y el pobre Kásparov tendrá que encontrar otra cosa para sentirse especial.
Eduardo Punset
“El alma está en el cerebro”

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