En términos ajedrecísticos el Campeón Mundial cubano José Raúl Capablanca destacó por un estilo de juego basado en la acumulación de pequeñas ventajas en el medio juego que desembocaban en un final ventajoso en el que imponía su exquisita técnica.
En las últimas décadas numerosos estudios en todo el mundo han destacado las virtudes pedagógicas que tiene el aprendizaje del ajedrez mientras el cerebro se está formando, Ni siquiera es imprescindible aunque sí recomendable su práctica competitiva en el ámbito escolar.
La UNESCO en 1995, numerosos países, el propio Senado español y muchos parlamentos autonómicos han dado pasos en este sentido. El acuerdo reciente del Parlamento Europeo fue un escalón más en esa ruta dirigida a modificar la consideración social del ajedrez. A dejar de ser observado como un juego para comprender su utilidad como herramienta pedagógica.
En España siempre ha faltado el paso decisivo: dotar presupuestariamente al ámbito educativo para que los maestros enseñen ajedrez a sus alumnos. Para que estos mejoren, entre otras muchas cualidades, su comprensión lectora o su razonamiento lógico.
Esta noticia sólo es un paso más. Faltan otros y en muchas ocasiones las proposiciones no de ley aprobadas por unanimidad se quedan en meras palmadas en la espalda.
En Hamburgo, por ejemplo, una de las horas semanales asignadas a las matemáticas debe ser dedicada a la enseñanza del ajedrez.
Se ha sumado otra pequeña ventaja en la dirección correcta, pero el ajedrez no es un deporte de explosión sino una actividad de resistencia. En ellos estamos.
Un saludo
Ricardo Montecatine. Maestro FIDE y Presidente de la Federación Andaluza
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