sábado, noviembre 27, 2021

"Confía pero comprueba"

 

     No siento lástima de este niño armenio porque hayan perecido sus padres. ¿Por qué habría de sentirla? Hasta la fecha, mi vida ha sido complicada, pero no he desperdiciado un segundo en compadecerla. Con treinta y cuatro años, he perdido casi todo. Al comienzo de la misma guerra infame que se ha llevado a sus progenitores, Alemania ocupó mi tierra y después la entregó a la Unión Soviética. Hitler nos canjeó como parte de un pacto que sólo era un ardid estratégico que nadie intuyó. Mal jugado por Stalin. Pertenezco a varios países humillados y sin embargo a veces gano sobre este perfecto campo de batalla, incruento y heroico. Entonces vuelvo a sentirme orgulloso de mis antecesores. Nací en Estonia y desde hace trece años soy lituano. Juego al ajedrez. Mi nombre es Vladas Ivanovich Mikenas.

     El adolescente de quince años que tengo enfrente no me conmueve en absoluto. Al contrario, su situación me provoca envidia y algo de resentimiento. Está a punto de aprender una lección que no olvidará en toda la vida y de la que extraerá una sabiduría que en su lugar yo nunca podría adquirir del todo. Me falta su imperceptible y extraordinario talento.




      Me informaron de que lo ha entrenado el maestro Ebralidze, un hombre culto y estudioso de las aperturas, partidario de las bondades del juego posicional. Mi estilo, por el contrario, es agresivo, de lucha y de ataque; pero la creatividad compensa mi aparente falta de sutileza. Este chico moreno, de rasgos marcados y pelusa en el bigote sin duda es capaz de intuir y alejar el peligro quince o veinte jugadas antes de que se produzca; sería difícil comerle incluso un peón sin un buen motivo. Seguro que su memoria es prodigiosa y lee muchos libros y artículos. Seguro que habrá estudiado la partida de Panov contra Rabinovich. Seguro que estará de acuerdo con la autoridad del mago Lisitsin y los signos de admiración e interrogación con los que sentencia en su libro un movimiento o una jugada y disuade al aprendiz de comprobarla en el tablero. Es respetuoso y confía en los maestros. Seguro que ha dado por muerta a la Defensa Alekhine, una de mis aperturas favoritas cuando juego con negras como hoy.

     Por eso voy a ganar a este chico quizá por última vez.  Efectúo el movimiento. Mi novena jugada no aparece todavía en ningún libro. Acaba de tropezar con lo desconocido y va a asistir a una clase avanzada que le ayudará, por desgracia, a mejorar su talento. Petrosian enarca las tupidas cejas, se queda inmóvil en la silla y comprende al fin lo que mi caballo escribe en la casilla e7: «Confía pero comprueba».

Francisco Ayudarte Granados

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